Triunfos y pérdidas: Mundial Femenino de Fútbol 2023

El mundial femenino en resumen: desigualdad y progreso en el deporte.

By LAURA J. PISCOTTE GARZÓN
(Gráfico: Laura J. Pisciotte Garzón / Daily Trojan. Fotos: Agencia de Noticias ANDES / Wikimedia Commons; UN Women / Flickr; Dianaatflourish / Wikimedia Commons)

El Mundial Femenino de Fútbol deleitó a los fanáticos del deporte con un torneo lleno de sorpresas. Aunque los equipos favoritos no fueron las superestrellas, ofrecieron a sus contrincantes la oportunidad de establecerse como revelaciones. 

Nuestros países latinoamericanos demostraron su destreza y pasión por el deporte, avanzando a octavos y cuartos de final en el torneo. En el grupo F, Jamaica asombró al avanzar a octavos de final, dejando a Brasil, uno de los favoritos y a su líder Marta Vieira da Silva  — máxima goleadora de la copa en la historia — por fuera del torneo en la etapa de grupos. 

Por otro lado, la selección de Colombia fue la única de la serie Confederación Sudamericana de Fútbol en avanzar más allá de la fase de grupos, sorprendiendo a la selección dos veces campeona mundial y favorita, Alemania. Colombia ganó el primer encuentro dos a uno, aportando a la eliminación de las alemanas en la primera fase. 

Cabe resaltar las grandes demostraciones de otros equipos sorpresas no hispanohablantes, como Nigeria, quien avanzó a cuartos de finales para enfrentarse con la selección inglesa. Por otro lado, la selección de Marruecos volvió a impresionar — de la misma manera que la selección masculina lo logró en el pasado mundial del 2022 — avanzando a octavos de final. 

Lo más impresionante de los equipos revelación anteriormente mencionados es la gran pasión y determinación con la que lograron llegar a un mundial. Con poco apoyo de sus respectivas federaciones, lograron un desempeño excepcional y desmintieron a los que no consideran el fútbol femenino como un deporte profesional que merece equidad y reconocimiento. 

El fútbol femenino es un ejemplo más de la desigualdad de género en nuestra sociedad. El argumento de que el fútbol femenino es inferior está basado en la misoginia ya que es visto como una amenaza económica al fútbol masculino. El fútbol femenino se estableció como deporte profesional en 1914, durante la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, la opinión negativa del fútbol femenino se estableció luego de que la Federación Internacional de Fútbol decidió prohibir el fútbol femenino profesional en 1921. No fue hasta el 1991 que se reestableció el fútbol femenino internacional con la primera edición del mundial femenino. 

No es sorprendente que la gran participación de países en este torneo desde su restablecimiento en el ‘91 sea de aquellos donde la igualdad de género es alta en oportunidades laborales, políticas, de salud y de educación. Por esta razón, estos países abarcan más de la mitad en los primeros 40 puestos de desempeño. Esto es algo que los países latinoamericanos todavía están lejos de lograr. 

Aparte de los límites de participación que han prevenido el desarrollo de este deporte para las mujeres, también existe la desigualdad de salario para las jugadoras. La batalla para lograr cerrar la brecha salarial ha sido liderada en nuestro hemisferio por la selección femenina estadounidense. Esta logró un salario igualitario con sus homólogos del equipo masculino tras una demanda de cinco años. Para ponerlo en perspectiva, por cada dólar que un hombre gana en el torneo mundial de fútbol, una mujer gana 25 centavos, de acuerdo a CNN.

Además, la mayoría de las jugadoras del mundial del 2023 mantienen por lo menos un trabajo más para poder apoyarse económicamente y poder jugar fútbol profesionalmente. Según el sindicato mundial de futbolistas, el 29% de las jugadoras no recibió ninguna compensación por jugar en las clasificatorias para el mundial y el 66% de las jugadoras tuvo que solicitar permiso no retribuido o vacaciones para poder jugar con su selección nacional.

El equipo de Jamaica es uno de los equipos en Latinoamérica más afectados por la falta de apoyo económico por la federación y gobierno de su país. En el 2014, la federación jamaiquina consideró eliminar la selección femenina. No fue hasta que Cedella Marley, la hija de Bob Marley, creó la fundación Football is Freedom para apoyar a la selección que el equipo femenino se logró desarrollar. Aun así, no fue suficiente. Para lograr que la selección pudiera participar del mundial de este año, tuvieron que recaudar fondos por GoFundMe, logrando recolectar casi 70 mil dólares.

La selección femenina colombiana también ha tenido obstáculos. En 2019, jugadoras expusieron situaciones de acoso, maltrato, discriminación y desigualdad. Isabella Echeverri y Melissa Ortiz revelaron que las jugadoras eran responsables de pagar sus acomodaciones cada vez que eran convocadas para jugar con la selección.

Este año, la Federación Internacional de Fútbol Asociado anunció que, por primera vez, aproximadamente 49 millones de dólares del premio de 110 millones sería distribuido individualmente a cada jugadora. Cada jugadora recibiría al menos 30 mil dólares, mientras que las ganadoras serían remuneradas con $270,000 cada una. Sin embargo, las jugadoras de Jamaica, Inglaterra y Sudáfrica denunciaron entre junio y julio que no habían recibido sus remuneraciones. A fecha de publicación, las selecciones de Inglaterra y Sudáfrica lograron llegar a un acuerdo con sus respectivas confederaciones, pero sin lograr las remuneraciones que se les prometieron. 

La importancia de esto es aún más significativa este año. La referente del fútbol femenino da Silva se retiró del fútbol profesional después de seis mundiales y cinco Juegos Olímpicos. En su última declaración en el mundial, da Silva dijo: “No me gusta enfocarme en mí, sino en todo lo que hemos evolucionado; cuando yo empecé no tenía ídolos femeninos, no salían en televisión. ¿Cómo iba a poder verlo? ¿Cómo iba a entender que podía ser parte de la selección brasileña y convertirme en un referente?” 

Estos obstáculos solo resaltan la tenacidad y el amor por el deporte que las jugadoras tienen. Sus resultados en el mundial demuestran su calidad, dejando en orgullo a sus países. Más allá, las jugadoras se han vuelto ejemplos a seguir en nuestra comunidad latina, inspirando a generaciones de niñas a que participen en este deporte que anteriormente era visto como uno masculino.

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