Humanicemos el árbitro asistente virtual


Referee leaning over barrier and watching playback
(SounderBruce | Wikimedia Commons)

“Hemos matado [el fútbol]”, dijo Klaus German, un comentarista deportivo, después de un gol rechazado durante el partido entre River Plate y Lanús el pasado 3 de marzo. El rechazo en cuestión ocurrió luego de nueve minutos de deliberación para decidir si la pelota había rozado – benignamente – la pierna de un jugador de Lanús que estaba en posición adelantada antes de hacer el gol. El árbitro determinó que hubo posición adelantada, a costa del ritmo y el deleite del juego.

Muchos comparten este sentimiento, especialmente tomando en consideración la cantidad de partidos en que un gol ha sido rechazado por márgenes demasiado finos que sólo el árbitro asistente virtual, o VAR, por sus siglas en inglés, puede identificar. Antes, cuando esto ocurría, se otorgaba responsabilidad exclusiva al árbitro — humano — para decidir si era gol. Muchas veces la decisión del árbitro era en favor del espectáculo del juego, y aunque se podría haber tomado mucho tiempo para deliberar, no se convertía en un problema constante. 

El VAR fue introducido para evitar instancias de descuido egregio por parte del árbitro, como la famosa “Mano de Dios” de Maradona en el Mundial del ’86 que marcó el triunfo de Argentina sobre Inglaterra — que aún produce malestar en los súbditos de la corona. Las razones para evitar repetir esos errores son obvias — por lo menos desde una perspectiva de equidad. No obstante, dichos eventos son poco comunes, y el VAR se está aplicando en todos los aspectos del juego y los goles. 

El problema surge cuando esta tecnología tan precisa asume un trabajo designado para una persona con las limitaciones inherentes de un ser humano. El VAR tiene la capacidad de detectar contravenciones tan finas que más que romper las reglas del juego, llevan a la frustración de todos los involucrados. Para los árbitros, las reglas sirven porque el hecho de ser humano permite ejercer tolerancia en los casos más extraños. Los árbitros no son omnipotentes. Sin embargo, el árbitro asistente virtual — a todos los efectos — es omnipotente e impone las reglas inmutables e inimputables diseñadas para un árbitro humano. El resultado son partidos como el jugado entre River y Lanús. Para muchos, este aspecto técnico del juego arruina los partidos.

Una propuesta popular que ha surgido es el regreso del fútbol a un modelo más antiguo sin la intervención del VAR. En otros deportes como la caminata rápida, los árbitros no tienen permitido usar ningún tipo de tecnología para evaluar si los participantes tienen por lo menos un pie que toca el suelo en todo momento — aún tomando en consideración que se descalificaría al atleta si se encontrara con ambos pies elevados. El juicio humano — y su capacidad para errar — es entonces un elemento integral para este deporte. Muchos opinan lo mismo sobre el fútbol.

Por otro lado, las decisiones de un árbitro pueden arruinar un partido, por inexperiencia o ineptitud; entonces es necesario que haya un elemento sin prejuicios que asista con las decisiones que pudieran influir el resultado de un partido. En el modelo de juego contemporáneo, los problemas ocurren más debido a errores finos de los jugadores, y menos por errores groseros del árbitro. Entonces, sería mejor enfocarse en solucionar los problemas que han surgido recientemente. El costo de prescindir del VAR sería el retroceso del fútbol a una época más antigua, con sus propios problemas. Los errores del árbitro por lo tanto, no parecieran ser integrales al funcionamiento del deporte, sino que permiten mayor flexibilidad de las reglas durante el partido.

Para asegurar que el VAR le aporte valor al fútbol en vez de restarle, es necesario que un elemento humano esté integrado en las reglas del deporte. Ciertas decisiones como “fuera de línea” podrían hacerse con un juicio más flexible, dada la naturaleza humana de los árbitros que ya da tolerancia a estas instancias. Para disminuir el número de decisiones insufribles del VAR, entonces, las reglas deberían acomodar la tolerancia inherente del árbitro humano y de esa forma “humanizar” al VAR. Un árbitro asistente virtual que poseyera un grado de tolerancia evitaría las malas deliberaciones del pasado en cuanto a goles discutibles o injustamente descontados, mientras se mantendría el ritmo y la emoción del juego sin ser interrumpidos o influidos por una decisión hecha por una computadora. 

El fútbol es lindo por los momentos de ingenio y pasión que el juego puede engendrar. El resultado es secundario a la experiencia humana que nos trae el fútbol. La belleza es una invención humana dictada por las taras y preferencias de los individuos. Las fallas son parte de la belleza porque en ellas está el espíritu de la vida. La perfección le quita mérito a la belleza. El árbitro asistente virtual es simplemente una herramienta: no es necesario que defina el juego. Lo que define el fútbol y lo que más necesita ahora, es el elemento humano.