Por fin entiendo la importancia de la representación

Nadie sabe lo que le falta hasta que lo tiene, o como diga el dicho.

By BIANCA B. ARZÁN MONTAÑEZ
(Alanna Jimenez)

Si me hubiesen preguntado la importancia de la representación hace cuatro años, no hubiera podido dar una respuesta concreta. Pudiera haber dado la contestación teórica. La representación de personajes diversos en los medios de comunicación aporta a la alta autoestima de quien la consume, además de que ayuda a combatir estereotipos negativos, entre otros beneficios. Sin embargo, nunca lo había sentido en carne y hueso. De hecho, no fue hasta que tuve diversidad a mi alrededor que me di cuenta de cuánto la necesitaba y cuán importante es.

Nací y me crié en Puerto Rico. Aunque tal vez no me sentía identificada con los personajes de Barbie as the Princess and the Pauper o 10 Things I Hate About You, podía cambiar el canal y ver Pasión de Mil Amores, Dos Hogares o Amores Verdaderos. Es cierto que estas dos últimas eran novelas mexicanas, por lo que los personajes no necesariamente se escuchaban como yo, pero hablaban mi mismo idioma y eran físicamente similares a mi y a las personas que me rodeaban. Mis padres veían exclusivamente noticiarios locales y el único periódico que mis abuelos leían diariamente era El Nuevo Día. Además, viniendo de una isla cuyo talento musical es reconocido mundialmente, nunca me faltaron artistas a quienes admirar.

Aunque el entretenimiento que consumía no siempre era diverso o representativo de mi realidad, nunca tuve un vacío de figuras similares a mi. Claro está, me emocioné cuando leí que Reyna Ramírez-Arellano es puertorriqueña y leer sobre la isla en Blood of Olympus fue sin duda una de mis partes favoritas de todos los libros que he leído de Rick Riordan. Igualmente me emocionaba cuando veía personajes puertorriqueños en series y películas, pero nunca sentí que los necesitara. La representación era para mi algo chévere pero no necesario. Lo que no comprendía en ese momento era que no me hacía falta precisamente porque estaba inmersa en mi cultura e idioma.

Al mudarme a USC, comencé a sentir los vacíos de no sentirme representada ni identificada por las culturas que me rodeaban. No es un secreto que aunque la Universidad tiene una gran comunidad latina, no ha hecho gran esfuerzo por mantener una representación latina diversa. Sin embargo, busqué maneras de llenar estos vacíos. Una de mis compañeras de cuarto durante mi primer año era colombiana y me aferré a mi idioma por medio de nuestras conversaciones. Comencé a escuchar música exclusivamente en español y buscaba la manera de incorporar mis experiencias como puertorriqueña en cada uno de los trabajos que hacía para mis clases.

Sin embargo, con el pasar del tiempo me fui dando cuenta de que estas eran soluciones temporeras. En el fondo, me seguía haciendo falta ese espacio que se sintiera como estar en casa; algún espacio en el que mi identidad latina pudiese relucir completamente. Esto me llevó a comenzar a escribir en español, lo que a su vez me llevó a conocer a más personas que sentían lo mismo que yo. Fue entonces cuando empecé a darme cuenta del sentido de pertenencia que me faltaba en USC debido a la poca representación caribeña y puertorriqueña en el campus.

Estos sentimientos se intensificaron cuando pisé el salón de mi clase de español de este semestre. El profesor es puertorriqueño, y estar en su clase por primera vez fue como viajar a los salones de Taira, Linda, Inés, Brenda o Abigail, maestras que marcaron mis años formativos. No puedo negar que la segunda vez que estuve en esa aula se me aguaron los ojos al darme cuenta de que hace más de dos años — desde que comencé la universidad — no me enseñaba alguien que se escuchara como yo. Había tenido clases en español, pero no en mi español. Tener un profesor puertorriqueño me trajo cara a cara con el vacío representativo que no me había dado cuenta que tenía. 

No fue hasta que me sentí identificada con la gente a mi alrededor que me di cuenta de cuánto me hacía falta y cuánto la había dado por sentado. 

A cualquier otra persona pasando por una situación, le diría que, por más cliché que suene, no estás sola. Aunque a veces es difícil encontrar a tu gente entre el mar de estudiantes que es la Universidad, hay personas que están pasando por exactamente lo mismo y a quienes les encantaría conocerte. Las redes sociales han hecho que conocer personas sea más fácil que nunca. Crea comunidades con estas personas; van a enriquecer tu vida universitaria infinitamente. Y claro está, aboga para que USC fomente espacios más diversos en los que hacer comunidad sea más sencillo.

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