Los inmigrantes no son buenos ni malos

La narrativa de los inmigrantes buenos y malos causa más daño que bien al apoyar a los inmigrantes indocumentados.

By HEYDY VAZQUEZ
(Vivienne Tran / Daily Trojan)

El inmigrante bueno versus el inmigrante malo es una narrativa creada por los estadounidenses para criticar a los inmigrantes indocumentados. Sin embargo, esta división no es lo que parece. Impone un estándar alto sobre cómo deben actuar los inmigrantes, ya que se examinan sus errores — sin importar cuán pequeños sean — para determinar si son “buenas” personas. Los inmigrantes también son humanos. 

Los inmigrantes se encuentran en una posición en la que tienen que compartir todas las cosas positivas que han hecho para que la gente les tome pena. ¿Pero para qué? ¿Para convencer a la gente de que ellos también son humanos? Al igual que cualquier otra persona, los inmigrantes no actúan de manera perfecta. Sin embargo, el hacer algo malo no convierte a un inmigrante en una mala persona. Todos cometemos errores en la vida; somos humanos. La narrativa de que hay dos tipos de inmigrantes — uno bueno y uno malo — es dañina.  


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La narrativa popular establece que todos los inmigrantes son considerados malas personas automáticamente hasta que de alguna manera se ganen el derecho a ser tratados como seres humanos. Con esto, reflexiona. ¿Cuáles son las características que hacen que un inmigrante sea bueno o malo? No hay una respuesta correcta. Esta narrativa en realidad revela los prejuicios de la gente hacia la comunidad inmigrante, específicamente contra los inmigrantes negros y morenos. La realidad es que el sistema inmigratorio está construido sobre cimientos racistas. 

La realidad de los inmigrantes muestra cómo el racismo es un tipo de violencia constante en sus vidas. Los inmigrantes intentan asimilarse de distintas maneras, ya sea cambiando su acento o adoptando manierismos culturales. Sin embargo, nunca es suficiente. Las personas intentan detectar lo extranjero de uno y adoptan una serie de precauciones de manera defensiva. No importa qué tan fluido eres en inglés, el nivel económico o el nivel de educación. Mientras seas indocumentado, te enfrentarás a una realidad xenófoba, y dependiendo del país, la experiencia puede empeorar.

La verdad es que si un inmigrante quiere encajar en Estados Unidos, debería ser un “buen” inmigrante. Significa que debería estar agradecido por todo: el país, las oportunidades y el proceso en las políticas de inmigración. Solo podría criticar al país en privado. En público, siempre debe mantener una sonrisa. El sistema migratorio exige que los inmigrantes estén agradecidos con el país, incluso cuando uno teme la deportación, la separación familiar y un largo proceso para comenzar el primer paso de la naturalización. No se puede criticar el sistema de inmigración sin que lo llamen “inmigrante desagradecido” y “malo”. La respuesta siempre será: “Si no te gusta, vete”.

Por estas razones, un inmigrante no puede escapar de la dicotomía de ser bueno o ser malo. Cualquier cosa puede ser usada como señal de ser “malo” para mantener los estereotipos vigentes. 

Muchas veces, cuando hay políticas que beneficiarán a los inmigrantes, se argumenta que los programas migratorios deben ser resguardados porque hay inmigrantes buenos. El Deferred Action for Childhood Arrivals es un ejemplo. Muchas personas defienden DACA pues sus beneficiarios “son buenos miembros de EE. UU.” o porque “no es su culpa que sus padres los hayan traído”. Sin embargo, esto no debería ser relevante a la hora de legislar en relación a los inmigrantes. Los programas que benefician a la comunidad indocumentada deben ser salvaguardados por el simple hecho de que ayudan a seres humanos. Nadie merece que su humanidad esté determinada por un número de seguro social. Hay que luchar por los derechos de los inmigrantes indocumentados porque todos merecen representación y derechos humanos básicos.

Más personas deben entender que la narrativa del inmigrante malo versus el inmigrante bueno nace de la ignorancia y el racismo para dividir la opinión pública y establecer a los inmigrantes como ciudadanos de segunda clase. Hay gente buena y mala en este mundo. Eso es cierto. Pero en la realidad a la que se enfrentan los inmigrantes, la narrativa es mucho más profunda que eso. Reducirlos a esa narrativa es racista. 

Los inmigrantes indocumentados tienen que demostrar el bien que hacen por el país constantemente y estar agradecidos — incluso cuando viven con miedo — solo para que la gente les trate con humanidad. Sin embargo, es hora de que aprendamos que las personas merecen respeto independientemente de la manera en la que llegaron al país.

Heydy Vasquez es una estudiante de segundo año que escribe sobre la falta de apoyo hacia los estudiantes indocumentados en los campus universitarios. Su columna, “UndocuTales”, es publicada quincenalmente los miércoles.

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