Musical traditions: Assimilating to America

Crossing borders doesn’t just mean a physical change — there’s also a cultural shift.

Tradiciones musicales: asimilación a Estados Unidos

Cruzar fronteras no implica sólo un cambio físico, sino también un cambio cultural.

By ALEXA AVILA MONTAÑO
By ALEXA AVILA MONTAÑO
(Alanna Jimenez / Daily Trojan)
(Alanna Jimenez / Daily Trojan)

Moving to a country with a completely different cultural makeup undoubtedly has its challenges. For Latines, living in the United States entails dealing with racial tensions, potential language barriers and a noticeable social disconnect. Especially recently, with rampant anti-Latine sentiment terrorizing those who wish to immigrate as well as those who already live here, the need for assimilation seems to be more necessary than ever.

Per the 2021 census, California is more than 40% Latine — an already impressive figure that models an 11% increase over the last decade alone. With this population increase, there has also been a noticeable uptick in malicious attitudes toward Latines, especially in a post-Trump country; with a record 609 hate crimes against Latines reported in Los Angeles in 2022, it would be understandable if Latines tried to keep a low profile.

Despite this, Latines have done practically the opposite — they have etched Latine culture into the American chronology, unapologetically so.

Last year, we saw the Latin music market shoot past $1 billion in U.S. revenue with the help of musicians such as Bad Bunny, Karol G, Eslabon Armado and Farruko. Many of these artists have found immense international success in reggaeton, bachata, regional Mexican and dembow — all music genres whose creations can be credited to Latin countries.

However, North,Central and South American interactions have birthed new strains of classic music genres. One of the most notable is “corridos tumbados,” otherwise known as “trap” corridos. Corridos tumbados put a modern rap spin on the typical regional folk ballad known as a corrido.

As a fairly new sub-genre pioneered and popularized by Mexican artists such as Junior H, Natanael Cano and Peso Pluma, artists in this genre started gaining traction in 2017. Though the Mexican government is explicitly against many songs in this sub-genre, this Mexican American fusion has proven to be incredibly successful; Rancho Humilde, an L.A.-based independent record label — to which Natanael Cano and Junior H are signed —  boasts 41 tracks on Billboard’s Hot Latin Songs. Not to mention, Peso Pluma sold out all 8,000 seats at The Pavilion at the Toyota Music Factory this past August.

Considering how inhospitable the U.S. can be towards Latines, they have done incredibly well for themselves in terms of modernizing old genres and translating this to commercial success.

Ironically, Latine identity and culture has lately grown into a coveted commodity in the American sphere. Especially prominent on social media, “Latine aesthetics” have become popular, particularly after the breakthrough of Latines into the American mainstream music industry; with their burgeoning successes, non-Latines have been quick to rebrand themselves to profit similarly.

A recent example, Rosalía, a singer from Spain, built the foundation of her career on the flamenco genre — one of Spain’s longest-standing music styles. However, around 2019, she pivoted from this distinct niche and nestled herself quickly in Latine and Afro-Latine aesthetics, sounds and spaces. She has further blurred the lines by giving a flimsy and vague response when asked if she considers herself Latina: “I’m part of a generation that’s making music in Spanish. So, I don’t know — in that sense, I’d prefer for others to decide if I’m included in that, no?”

It’s frustrating — but ultimately a part of a larger phenomenon that we’ve seen over and over again; non-Latine celebrities such as Enrique Iglesias, Antonio Banderas and others have already tread this path in the ’90s. Actual Latines don’t get to pick and choose certain aspects of Latinidad when it’s convenient for them —  it’s not an outfit, trend or marketing tactic. Genres like corridos tumbados and reggaeton were born out of immeasurable periods of cultural history — and trying to sell it as less than that, as something manufactured, is incredibly disrespectful.

Latines and the U.S. have an incredibly complicated relationship, and despite the friction, Latines have been able to bring an amazing fusion of cultural authenticity and modern music to the foreground. If that doesn’t demonstrate the immense value that Latines bring to the U.S., it’s hard to say what will.

Mudarse a un país con una composición cultural completamente diferente a la conocida sin duda tiene sus desafíos. Para los latinos, vivir en Estados Unidos implica lidiar con tensiones raciales, posibles barreras lingüísticas y una notoria desconexión social. En la actualidad, con un sentimiento anti-latino que aterroriza tanto a quienes desean inmigrar como a quienes ya viven aquí, la asimilación parece ser más necesaria que nunca.

Según el censo del 2021, la población de California es por lo menos 40% latina, una estadística impresionante que representa un aumento del 11% en la última década. Con este aumento en la población latina, también ha habido un aumento notable en las actitudes maliciosas hacia los latinos, especialmente luego de la presidencia de Donald Trump. Con un récord de 609 crímenes de odio contra latinos reportados en Los Ángeles solamente en 2022, sería comprensible que los latinos intentaran mantener un perfil bajo.

A pesar de esto, los latinos han hecho prácticamente lo contrario: han grabado la cultura latina en la cronología estadounidense, sin pedir disculpas.

Liderado por artistas como Bad Bunny, Karol G, Eslabón Armado y Farruko, el mercado de la música latina superó los mil millones de dólares en ingresos en EE. UU. el año pasado. Muchos de estos artistas han alcanzado un éxito inmenso en el reggaetón, la bachata, el regional mexicano y el dembow — todos géneros musicales que nacieron en Latinoamérica.

Sin embargo, las interacciones intercontinentales han dado origen a nuevas variedades de géneros musicales clásicos. Uno de los más notables es el corrido tumbado, también conocido como corrido “bélico”. Los corridos tumbados le dan un toque de rap moderno a la típica balada folclórica regional mexicana conocida como corrido.

Este subgénero es bastante nuevo. Artistas mexicanos como Junior H, Natanael Cano y Peso Pluma comenzaron a ganar atención en el 2017. Aunque el gobierno mexicano está explícitamente en contra de muchas canciones de este subgénero, esta fusión mexicano-estadounidense ha demostrado ser increíblemente exitosa. Rancho Humilde, un sello discográfico independiente con sede en Los Ángeles — con el que están firmados Natanael Cano y Junior H — ha tenido 41 canciones en el Hot Latin Songs de Billboard. Además, Peso Pluma agotó los 8,000 asientos en The Pavilion en Toyota Music Factory este agosto.

Teniendo en cuenta lo inhóspito que puede ser EE. UU. hacia los latinos, a estos les ha ido increíblemente bien en términos de modernizar géneros antiguos y hacer que esto se traduzca en éxito comercial.

Irónicamente, la identidad y la cultura latina se han convertido últimamente en un bien codiciado en el país. Especialmente prominente en las redes sociales, la “estética latina” se ha vuelto popular, particularmente después del avance de los latinos en la industria musical estadounidense. Con el creciente éxito de los artistas latinos, los que no lo son se han apresurado a cambiar sus estilos y estéticas para obtener ganancias similares.

Un ejemplo reciente es Rosalía, cantante española que construyó las bases de su carrera en el flamenco —  uno de los estilos musicales más antiguos de España. Sin embargo, en 2019, abandonó este nicho distinto y rápidamente se acurrucó en la estética, los sonidos y los espacios latinos y afro-latinos. Ella ha borrado aún más las líneas al dar una respuesta vaga cuando se le preguntó si se consideraba latina: “Soy parte de una generación que está haciendo música en español. Entonces, no lo sé, en ese sentido, preferiría que otros decidieran si estoy incluida en eso, ¿no?”

Es frustrante, pero ella solamente es la instancia más reciente de un fenómeno que hemos visto una y otra vez. Celebridades como Enrique Iglesias, Antonio Banderas y otros ya recorrieron este camino en los 90s. Los verdaderos latinos no pueden elegir identificarse con ciertos aspectos de la latinidad cuando les conviene; no es un disfraz, una moda o una táctica de mercadeo. Géneros como los corridos tumbados y el reggaetón nacieron de inconmensurables períodos de la historia cultural y tratar de venderlos como menos que eso — como algo fabricado — es increíblemente irrespetuoso.

Los latinos y EE. UU. tienen una relación increíblemente complicada y, a pesar de la fricción, los latinos han podido crear un increíble fusión de autenticidad cultural y música moderna. Si esto no demuestra el inmenso valor que los latinos aportan al país, es difícil decir qué lo hará.

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