El turismo del sexo en Colombia es violento, misógino
La cultura colombiana se ha reducido al turismo sexual dentro de la cultura popular.
La cultura colombiana se ha reducido al turismo sexual dentro de la cultura popular.
Aviso de contenido: El artículo a continuación incluye menciones de violencia sexual.
Desde muy pequeña he escuchado comentarios sobre la belleza de las mujeres colombianas, pero a través del tiempo, estos comentarios se han vuelto más sugestivos. Pasaron de admiración por artistas como Shakira, a sugerir que yo fuera guía turística sexual por Colombia. Estos comentarios no solo son hirientes hacia mi persona; también perpetúan la cultura feminicida hacia las mujeres colombianas.
La aceptación del estereotipo de la mujer colombiana — sumisa, voluptuosa e interesada — es mutua entre extranjeros y colombianos. Por un lado, va en aumento la cantidad de turistas que visitan Colombia. En el 2023, más de 5.8 millones visitaron el país. Muchos de ellos, los llamados “passport bros”. Este término se refiere a aquellos hombres que buscan salir con mujeres de otros países debido a que las mujeres de su país han sido influenciadas a comportarse de una manera indeseable para ellos. Por otro lado, la pobreza, falta de oportunidades y problemas sociales dejan a mujeres y niñas en peligro de trata de personas y explotación. Entre el 2012 y el 2019, el 85% de las víctimas de explotación sexual en Colombia eran niñas y adolescentes.
Los famosos “gringo parties” en Medellín y el uso de aplicaciones de citas ponen en peligro a colombianos y extranjeros por igual. Por solo $250, proxenetas organizan fiestas privadas, facilitando la explotación sexual de mujeres. Por otro lado, los extranjeros utilizan aplicaciones como Tinder y Bumble. Estas también han ganado popularidad con grupos criminales, quienes las usan para atraer posibles víctimas. El aumento de robos hacia extranjeros aumentó un 200% en el tercer trimestre del 2023. En ese mismo periodo de tiempo, los homicidios de turistas aumentaron un 29%. Uno de ellos fue el estadounidense Tou Ger Xiong, cuyo cuerpo fue encontrado en su habitación de hotel después de conocer a una pareja en Medellín.
En otros casos, la víctima es una mujer colombiana. Bajo la espectativa de relaciones sexuales a cambio de gastos en citas, las mujeres caen en una posición peligrosa. Este fue el caso del feminicidio de Valentina Trespalacios, DJ colombiana asesinada por su pareja norteamericana, John Poulos, en el 2023. También fue el caso de Laura Isabel Lopera Osorio, quien fue asesinada por su pareja canadiense hace menos de dos semanas. La justificación de sus parejas: los celos.
La muerte violenta de Trespalacios demuestra la cosificación sexual de la mujer colombiana. El fiscal del caso explicó que Poulos tuvo sexo con Trespalacios antes de golpearla y asfixiarla hasta su muerte. Según el fiscal, Poulos veía a Trespalacios como su objeto personal. Lo demostró al deshacerse de su cuerpo en una maleta.
Ahí se cayó el telón de la idealización de la mujer colombiana — hipersexual, sumisa al dinero, en busca de ser dependiente de un hombre. A los extranjeros se les olvida la tenacidad e independencia innata de las mujeres colombianas. Trespalacios era una DJ exitosa. En el 2019 fue premiada como DJ Revelación del Año en los premios Colombia Dance Awards y a su corta edad había tocado con referentes de la música electrónica incluyendo Steve Aoki y Markus Schullz.
Estos casos crean indignación en nuestra comunidad, en Latinoamérica. La violencia hacia las mujeres es tan común que periódicos como El País tienen una sección designada para los feminicidios. La propagación de la cultura del turismo sexual empeora la situación.
Seducidas por la efectividad de conseguir hombres que ofrecen dinero, niñas y mujeres se exponen a caer en redes de explotación y delincuencia. O aún peor, a perder su vida como Trespalacios y Lopera. ¿Y quién es el culpable?
Lo más complejo es que estos feminicidios pudieron ser prevenidos. La noche de la muerte de Trespalacios, esta le pidió ayuda a un taxista, diciéndole que estaba en peligro. Sin embargo, este hizo caso omiso. Cosificar sexualmente a la mujer latina, especialmente por tener una pareja extranjera, reafirma una conducta que no tiene prospectiva de detenerse.
El gobierno colombiano ahora está considerando legalizar el trabajo sexual, incluyendo modelaje en webcam, pornografia, servicios sexuales comerciales y escorting. La regulación propone fomentar derechos y respeto a los trabajadores incluyendo cuidado de salud. La realidad es que el turismo, incluyendo el que incluye fines sexuales, son parte de la economía colombiana y este fenómeno no terminará.
Al final, las trabajadoras sexuales y mujeres colombianas en general somos víctimas de violencia sexual y cosificación cada vez que la osadía misógina de un hombre expresa el deseo de participar del turismo sexual. No es difícil encontrar los passport bros, inclusive en nuestra burbuja de USC. Si tuviera un dólar por cada comentario sexista sobre las mujeres colombianas, podría pagar la matrícula de USC. Solo subirse a un Lyft basta para recibir comentarios de deseo de conocer a mujeres en Colombia o simplemente comentarios que etiquetan a las latinas como “gold diggers”.
Colombia ofrece mucho más que la belleza física de sus mujeres. Es su riqueza cultural, ambiental y la calidez de su gente lo que hace a Colombia hermosa.
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